Esta es una historia que viví hace un año. Puede que os parezca impresionante o una puta mierda pero es real y quiero contarla para ensalzar a esas personas anónimas en el mundo que hacen cosas grandes por el resto.
El verano pasado estuve en el Fib con mi colega Duki. Fuimos los dos solos en su furgoneta. No íbamos a todo el festival. Fuimos solamente el sábado y el domingo. Muchas veces los mejores planes que puedes hacer en tu vida con tus colegas resultan que son aquellos en los que sólo vas con uno porque el resto no se ha podido apuntar al plan. Las ventajas de hacer un plan con una sola persona es que no existe la democracia entre vosotros para elegir cada cosa, pero para ello es preciso que tu acompañante tenga las cosas tan claras como tú. ¿Alcohol? Whisky ¿Salir del festival cada noche cuando cierra? Quizá no sea necesario ¿Plantarse a las cinco de la tarde para ver tocar a la primera banda? Quizá tampoco sea necesario ¿Dónde comemos? Donde más nos apetezca ¿Vamos a la playa? Pues ya que hemos salido a las ocho de la mañana del sábado desde Madrid pues vamos ¿Pillamos a gente de BlaBlaCar? Pillamos a gente de BlaBlaCar ¿Dónde dormimos? Ya improvisaremos.
Si algo teníamos claro era eso. No gastarnos ni un solo euro en dormir en un hotel/camping/piso. El único plan B que teníamos era dormir en la zona de acampada que incluía nuestro abono, pero no era lo que más nos apetecía. Incluso nos habíamos planteado dormir a las afueras de la ciudad subiendo a las montañas. Ese mismo día en cuanto llegamos a Benicasim, nos fuimos a la playa y nos tomamos unas cervezas en una terraza pegada al mar. En ese momento se me ocurrió subir la típica foto #postureo en la que más que guay, pareces retrasado, aunque eso es otro asunto, y el caso es que escribí una simple palabra al pie de la fotografía: FIB. La compartí en Twitter y al momento la gente empezó a contestarme y entre todos los tuits había uno de un tal Javi que me comentaba algo así como "Ostrás, como te vea por allí no sé si me atreveré a saludarte." Rápidamente le reconocí. Me di cuenta que era un lector de Bilbao que en mayo había venido desde allí para, entre otras cosas, ir a la presentación de mi libro en Madrid. Valoro mucho y me impresionan esos esfuerzos que vosotros, mis queridos lectores, habéis llegado a hacer, como recorrer más kilómetros de la cuenta para conocerme, y en cierto modo me siento en deuda con vosotros y trato de compensaros de alguna manera. A veces lo consigo y otras muchas no. Al ver la contestación de Javi, no lo dudé y le escribí por DM diciéndole que sería un placer tomarme con él unas cervezas. Él reaccionó algo incrédulo y agradecido. Lo más probable es que no se imaginaba que yo iba a tener esa reacción. Quizá os pensáis que soy una diva o algo parecido pues por muchos comentarios que la gente me deja, a veces he podido deducir eso. Me contestó que estaría encantado, que además estaba yendo al festival solo estos días, pues en realidad estaba pasando sus vacaciones en Marina Dor (o como coño se escriba) acompañando a su hermana y sobrinos. Me reconoció que él jamás iría allí por su propio pie. Le dije que se uniera a nuestro plan. Es la suerte de que no haya democracia en estos planes cuando con el amigo que vas no tienes ningún problema. Oye ¿Se puede venir con nosotros un tío que ni si quiera conozco pero lee mi blog y creo que es majete? se puede venir.
Quedamos con él a las seis y media en una zona concreta del recinto del festival. Allí nos presentamos y a los cinco minutos, Javi nos enchufó a cada uno un mini de cerveza en la mano sin que nos diéramos cuenta. Esa fue la rutina que llevamos aquellos dos días y medio. El cabrón no se dejaba invitar en ningún momento, y mira que insistíamos y lo intentábamos por todos los medios, pero creo que sólo lo conseguimos para cenar un día o ni eso. Era una de esas personas que derrocha generosidad por cada poro.Nos fuimos conociendo, estuvimos en varios conciertos antes de que cayera la noche, y en uno de esos Javi me preguntó que dónde estábamos durmiendo y le contamos que en ningún sitio, que improvisaríamos pero que lo más probable es que acabaríamos en cualquier lado con la tienda de campaña que llevábamos en el maletero de la furgoneta. Javi se descojonaba de la risa y no daba crédito de nuestra estoica decisión. "Bueno, anda, voy a hacer unas llamadas a mi hotel de Marina Dor, a ver si consigo algo..." Volvimos a insistir en que no se preocupara, pero era imposible convencerle de ello. Tras varias llamadas al final nos dijo que ni nos preocupáramos, que en el hotel le permitían meter a uno más en la habitación pues tenía dos camas, y que el otro durmiese en el sofá cama que había. Joder, Duki y yo no nos lo creíamos. Era surrealista. Hacía un minuto íbamos a sobar en una maldita tienda de campaña a la intemperie y ahora nos íbamos al puto Marina Dor. Le dimos infinitas gracias y tratamos de celebrar nuestra salida de la mendicidad ocasional invitándole a unas copas pero por supuesto que lo volvió a impedir.
Vimos a Los Planetas, a Blur y algún otro grupo más, estuvimos un rato con mi amigo Eric, y cuando ya íbamos con todo el máximo de alcohol que nos cabía en las venas, nos marchamos a la ciudad de vacaciones (Joder, que daño hace el marketing) más famosa de España. Javi se puso de copiloto para guiarnos y Duki al volante. Música, risas, comentarios del festival y a los quince minutos, al pasar un rasante de una carretera secundaria destino Marina Dor, nos encontramos con un monumental control de la Guardia Civil que era imposible de esquivar. Nos acojonamos al instante. Duki comenzó a echar la furgoneta al arcén tal y como le indicaba el agente y antes de que bajara la ventanilla, le pregunté "¿Das positivo?" y me respondió: "No." Con Duki no hay término medio, o expresa la ironía para que la entiendas con facilidad, o directamente te suelta un NO que te crees que es verdad. Así que me tranquilicé. Tonto de mí. Al segundo el guardia le estaba diciendo que había dado una cifra (no recuerdo cuál) lo suficientemente grande para ponerle una sanción administrativa de 500 euros (con reducción a la mitad) y de quitarle nosecuantos puntos. Joder. Vaya cagada. Me jodía la situación y en esos momentos pensaba por mis adentros, no teníamos que haber ido nunca al puto Marina Dor este de los cojones. Si hubiésemos dicho "No, gracias, Javi. Ya nos apañaremos", nada de esto hubiera pasado, pero dijimos sí y ahora estábamos jodidos. Javi sopló para ver si podía conducir él y pudiéramos seguir nuestro camino, pero su tasa de alcohol era mucho mayor: 0´60 y pico. Y yo no podía soplar porque directamente no conduzco. Le dijeron a Duki que en quince minutos le harían otra prueba ya dentro del furgón que allí tienen que por lo visto es más exacto. Pero estaba de subida, como se dice, y dio un tasa aún mayor. Nos dijeron que iban a inmovilizar ahí mismo la furgoneta si no llamábamos a alguien para que viniera a recogerla. Le explicamos que éramos de Madrid y Bilbao, que estábamos durmiendo en Marina Dor y que esa opción era imposible. Nos dijo que entonces tendríamos que esperar tres horas a que se le bajara el alcohol. Miré el reloj y pensé, de puta madre, vamos a ver amanecer en una cuneta de Benicasim. Mi sueño desde que era pequeñito... NO.
Ojalá lo hubiese sido, pero no.Al final nos tuvieron allí dos horas y nos dejaron marchar. Esta vez me senté yo de copiloto para darle apoyo moral a Duki y Javi nos iba dando indicaciones desde atrás. Podía notar que Javi se sentía en cierto modo culpable de lo que había pasado. El efecto del alcohol aún persistía en su organismo y estaba un poco desubicado. Nos acabó guiando hasta un descampado en el que nos dijo que necesitaba bajarse del coche para volver a ubicarse y podernos decir dónde coño estaba Marina Dor. En ese momento sentí miedo ¿Y si este pavo nos ha traído hasta aquí para que unos matones rusos nos metan una paliza y nos roban? Muy típico... No, pero pensé algo así, algo parecido, algo malo. Desconfié de él por un momento y eché el seguro de todas las puertas de la furgoneta. Diciéndole que no, que de aquí no se movía nadie, y dispuesto a liarme a puñetazos allí mismo dentro de la oscuridad de la furgoneta, si aquel lector en realidad era un loco. Javi se empezó a agobiar y yo a asustar pero de pronto logró relajarse y nos indicó a la perfección el camino. Dejamos aparcada la furgo y entramos en Marina Dor. Joder, eran pasadas las seis de la mañana y allí parecían las doce del medio día. Todo el mundo de fiesta. Arregladísimos. Daba la sensación de que eran jóvenes de los pueblos de alrededor que iban de fiesta a las discotecas de allí. Y en medio de todos ellos, tres tíos, que más bien eran zombies con olor a Whisky, atravesando la muchedumbre camino del hotel. Javi iba un poco más adelantado que nosotros y aproveché para decirle a Duki "¿Te imaginas que nos lleva ahora a un sitio donde nos meten una paliza?" A lo que respondió "Tú sabrás, tu eres el que lo has traído con nosotros." Lo dijo muy seriamente. Estaba cansado y hasta las pelotas. En ese momento tembló nuestra pequeña antidemocracia. Pero por supuesto que eso no pasó. Javi nos dejó hueco en su habitación (yo le cedí la cama a Duki y me quedé con el sofá porque suficiente tenía ya el hombre) y además nos dio una botella de agua y una chocolatina para que nos metiéramos azúcar entre pecho y espalda antes de dormir. Javi era un tío que cuidaba todo al máximo detalle. Una de esas personas que se dedica a preocuparse del resto y a olvidarse de sí mismo. Me estuvo contando que hace varios voluntariados, entre ellos uno en el que presta su atención a presos los fines de semana.
A la mañana siguiente pasamos el día en la piscina y playa de Marina Dor, comimos por allí y ya estábamos algo más relajados. Javi esa misma tarde se prestó a ir en su coche al recinto y nosotros dejar aparcada la furgo. Esta vez nos tomamos sólo unas pocas cervezas. Javi fue al festival con un camiseta del Athletic de Bilbao para dar su apoyo a Belako, la banda bilbaína que yo sólo conocía de oídas. Estuvo muy bien el concierto. Después descubrimos a los Augustines (muy buenos) y cenamos con Portishead de fondo, sentados en el césped. Hablamos de música entre otras muchas cosas, de Sabina, que a ambos nos flipaba, pero Duki sin embargo reconocía que sólo conocía las canciones más típicas. Javi insistió en lo mucho que le gustaban los Belako y me contó que tenía su disco firmado. A mí me gustó mucho el concierto y le prometí que en cuanto llegara a Madrid lo escucharía sin dudarlo. Esa noche al llegar al hotel nos dijo que tenía que sacar dinero. Fuimos a un banco que había al lado. Y apareció dándonos unos billetes diciendo "Aquí está mi parte de la multa." Ni de puta coña, le contestamos. Ahora sí que fuimos nosotros los que nos negamos y le impedimos tal gesto que sin embargo agradecimos mucho.
El lunes teníamos que hacer el check out a las doce. Javi fue a hacerlo mientras nosotros terminábamos de ducharnos. Quedamos en el hall de la entrada. Él tenía algo de prisa porque desde que habíamos llegado no había visto en dos días a su hermana y sobrinos, cuando en realidad ese era su plan principal, y además quería desayunar con ellos y marcharse. Le quedaba un largo camino hasta Bilbao. Cuando bajamos al hall, él ya estaba terminando de hacer el check out. Esperamos y al fin llegó la despedida. Nos pegamos cada uno un abrazo con él, agradeciéndole todo lo que había hecho por nosotros y asegurándole que estábamos en deuda con él para siempre. Antes de marcharse sacó de su mochila dos Cds para regalarnos. A Duki le regaló el directo en acústico de Sabina "Nos sobran los motivos" formado por dos discos y a mí el disco de Belako, que tanto cariño le tenía porque estaba firmado por sus componentes. Dos regalos muy significativos, el primero para que Duki se pusiera al día con el maestro y para mí el disco que le prometí escuchar al llegar a Madrid. Nos fuimos emocionados. Pensando en lo brutal que es el mundo cuando te cruza de repente con personas tan buenas como Javi. El tema del control había sido un auténtico palazo para Duki, y aunque ya lo habíamos olvidado de alguna forma, nos tiñó un poco de gris nuestra estancia.
Duki había publicado el viaje de vuelta en BlaBlaCar y teníamos que recoger a cuatro personas cerca del festival pero a las cuatro de la tarde, así que decidimos pasar el día tranquilamente en la playa de Marina Dor, comer por allí y después ir a recoger a los pasajeros. Al acercarse la hora y después de haber comido, nos montamos en la furgo. Nos sentíamos satisfechos por el viaje surrealista y perfecto que habíamos vivido. Estábamos alegres. Duki arrancó el coche y antes de que nos fuéramos me dijo que pusiéramos alguno de los discos de Javi, algo que me pareció muy buena idea, y a mi se me ocurrió hacernos un selfie con los discos para enviarle la foto a Javi por WhatsApp. Joder, salíamos 100% alegres portando cada uno su disco. Antes de enviarle la foto, Duki me advirtió que iba a poner el de Sabina; "¿Cuál pongo? Este disco tiene dos Cds ¿No?" El segundo disco venía justo detrás del primero al plegar la bandeja pero Duki no conseguía abrir esa carátula de plástico, así que se lo arrebaté de las manos y lo abrí para sacar el otro disco. De pronto en nuestras narices nos encontramos su "parte" (y algo más) del dinero de la multa. Nos miramos en silencio con las caras desencajadas. Y acto seguido, Duki empezó a reírse como un loco y la risa se le mezcló con las lágrimas, que por supuesto me contagió. De repente nos vimos en un estado de locura irrefrenable y nos dimos un abrazo, pensando que Javi una vez más se había salido con la suya, y convencidos de que gracias a personas como él, este mundo merece la pena. Se cumple un año de aquella aventura y no me canso de contar esta historia que no se me olvidará jamás.
Viajad y conoced gente. Los lugares se convertirán en escenarios repletos de prodigios gracias a esas personas.