miércoles, 23 de octubre de 2013

De cuando conocí a Antonio Vega

Mi hermano por aquel entonces había llegado a ser el jefe de tienda de un Telepizza. Yo era pequeño y para mí, tener un hermano currando en el Telepizza era como el paraíso; en cambio para él, era un puto infierno. Digo que era un paraíso porque al día siguiente, cualquier día de la semana, al despertarme, entraba en la cocina y ahí me estaban esperando unas flamantes cajas rojas de pizzas que les habían sobrado de la noche anterior. Yo las metía en el horno y me las desayunaba. Eso es un sinónimo del paraíso, para mí, que soy gilipollas y encuentro el paraíso en las cosas más estúpidas y terrenales del mundo.

Él, antes de aquello, trabajaba como “push” en montajes de conciertos con la mejor empresa del país que suele montar todos los directos de las mejores bandas nacionales e internacionales. Para los que no sepan lo que es un push, son aquellos que se dedican a cargar y descargar absolutamente todo lo que haya que cargar y descargar para levantar un escenario. Sabía mucho de música pero no había estudiado lo suficiente para ser técnico de sonido. Había nacido en los ochenta y fue una de las “victimas” que quisieron alargar la Movida Madrileña en la década de los noventa y todo lo que fuera posible. Su máximo héroe era Antonio Vega. Como fan, logró llegar a ser uno de esos pocos fans que el artista ya conoce y le permite casi todo. Con esto me refiero a que entraba en sus camerinos como el que pasa a mear al cuarto de baño de un bar. Siempre llevaba su cámara y le captó en varias ocasiones de forma directa con su permiso. Me regaló dos de sus fotografías que son totalmente inéditas y las conservo como si fueran oro. En una de ellas sale en la puerta del Café Libertad 8. Lo mejor de aquella fotografía es que aparece Marga, con un cigarro en la boca, justo saliendo por la puerta, lanzando hacia él una mirada indetenible. Marga, muchos años más tarde, cuando ya había fallecido, fue la protagonista de uno de los últimos discos de Antonio Vega que se tituló “3000 Noches con Marga”. Se me ponen los pelos de punta cada vez que miro esa fotografía de dos personas que ahora están muertas y en ese instante estaban llenas de vida, repletas de amor, llegando a pasar tres mil noches juntos. En la otra fotografía, sale en el camerino de Galileo Galilei. Con cervezas, whiskys y sólo un poco de agua sobre la mesa. Mi hermano se llegó a convertir en su fotógrafo no oficial sin darse cuenta.


Pero volvamos al “paraíso” de tener un hermano que curraba en un Telepi. Uno de mis amigos, al salir del colegio, siempre me decía que fuéramos a verle para que nos diera de merendar. Yo me negaba pero normalmente terminaba cediendo y allí nos presentábamos. Mi colega le daba la chapa para que nos invitara y por supuesto, mi hermano lo hacía, pero la mayoría de veces se negaba y nos mandaba a tomar por culo, educadamente, eso sí. También recuerdo que una vez se le olvidaron las llaves de una parte de la tienda en casa. Sonó mi móvil y me dijo “Coge las llaves que hay encima de mi mesa y me las traes ahora mismo. A cambio te daré una pizza familiar con los seis ingredientes que quieras.” Le dije los ingredientes y salí inmediatamente hacia allí. Al llegar hicimos el trueque más rentable de mi vida; unas llaves por una pizza familiar de seis ingredientes. Sí, y me la comí yo solo. Reconozco que tuve que hacer grandes esfuerzos para tomarme las tres últimas porciones.

Una noche sonó en su tienda el teléfono. Cada día recibían infinidad de llamadas para atender los pedidos a domicilio. Mi hermano descolgó el teléfono con la frase hecha de “Telepizza ¿Qué desea?” y al otro lado sonó la voz de Antonio Vega. Como es obvio, él la reconoció al segundo y según le estaba pidiendo las pizzas que quería, le cortó de golpe y le dijo: “¡Antonio! ¿Qué tal todo? ¿Cómo van los ensayos para el concierto de la semana que viene?”. (Nacha Pop se volvía a unir para dar el que fue su último concierto en el Palacio de los Deportes). Imagínense, se quedó bloqueado y después de un silencio interminable de tres segundos, le respondió “Sí, bueno, estamos ensayando por aquí cerca sin parar y ya lo tenemos totalmente perfilado…” Antes de que acabara la frase, en un ataque de profesionalidad, mi hermano le volvió a cortar sin previo aviso y de nuevo retomó el trato habitual con cualquier cliente diciendo “Si, bueno, muy bien ¿Qué pizzas desea?” Al colgar el teléfono, lo primero que hizo fue llamarme y contarme lo sucedido con la misma emoción que un niño pequeño cuando recibe un regalo. Como encargado de tienda no llevaba las pizzas a ningún domicilio porque tenía que estar siempre al frente de la tienda como máximo responsable, pero aquel día hizo una enorme excepción avisando previamente a su subordinada más próxima y aprovechando que no había mucha clientela. Cargó las pizzas en una de las motos, arrancó e hizo un pequeño desvío a mi casa para recogerme y hacer juntos la entrega del pedido. Con dos cojones. Al llegar a por mí, me dio el uniforme de empleado. No me había avisado de que llevaría disfraz y me lo tuve que poner encima de la ropa que llevaba puesta. Parecía una jodida cebolla andante, pero poco me importaba sabiendo que iba a conocer a Antonio Vega.

Llegamos al número de la Calle Ibiza. Nos abrió la puerta el que intuimos que era el manager y notamos su cara de sorpresa al vernos a los dos, diciendo “¿Se necesitan dos motoristas para entregar cuatro jodidas pizzas?” Nos sonrió sabiendo nuestras intenciones y añadió un simpático y seco; “Pasad, anda.” El piso lo habían convertido en un zulo para ensayar canciones. Todo el suelo lo habían llenado de alfombras de todo tipo para que absorbiera los sonidos. Seguimos un pasillo oscuro interminable hasta llegar al fondo, donde había luz, donde estaba el salón, donde estaba Antonio Vega y Nacho García Vega o más conocidos como los Nacha Pop. Guitarras, bajos, batería e instrumentos de viento perfectamente colocados alrededor de todo el salón. Botellas de cerveza vacías, whisky en abundancia, y todo bajo una atmosfera letal de humo que se convertía en un improvisado attrezzo del salón. Dejamos las pizzas donde pudimos y nada más hacerlo no pude evitar decir: “Eres el puto amo”. Antonio Vega me respondió; “Ya será para menos.” Con aquel gesto de humildad, los nervios se nos fueron y estuvimos unos cinco minutos hablando con ellos de música, política y literatura. Después nos preguntaron qué canción queríamos escuchar. Los nervios nos rompieron las tripas, ambos nos miramos, mi hermano se calló y fui yo el que dijo vergonzosamente “Lucha de gigantes”. Me resulta imposible explicar y escribir sobre aquel momento mientras veíamos como tocaban el tema para nosotros. Luego nos firmaron el recibo de la compra de las pizzas y aunque Antonio no se acordaba de mi hermano, cosa que le decepcionó un poco, nos fuimos de allí en una especie de nube.



La casualidad, el azar, un plan divino, el karma, la puta suerte; cada uno lo llama de una forma, pero no cabe duda de que alguno de esos elementos, fue el encargado de convocar aquel encuentro. Y así con todo; por mucho que seamos nosotros los que montamos el destino con nuestras jodidas decisiones, cualquier suceso inesperado que se escape de nuestro control puede cambiar todo lo que teníamos planeado para bien o para mal y cuando eso sucede, este mundo se nos queda grande.

Dos años después, mi hermano ya no trabajaba en el Telepizza y Antonio Vega murió. Nos pusimos un traje negro y fuimos a la capilla ardiente que había sido habilitada en la SGAE. Se murió un 12 de mayo, el día del cumpleaños de mi hermano. No lo celebramos. Aquel día no fuimos capaces de celebrar nada, ni la vida ni la muerte.


@HoldenCenteno

15 comentarios:

  1. MAGISTRAL. Poco más puedo decir porque me he quedado sin palabras.

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    1. Igual me quedé yo al vivirlo,

      Gracias por estar al otro lado de la pantalla,

      @HoldenCenteno

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  2. Cuando he terminado de leer me ha recorrido un escalofrío todo el cuerpo... Sabes como trasmitir sentimientos y hacer que otra persona sienta tus historias con la misma intensidad que una experiencia propia. Me encanta!!
    Un saludo, BJ

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    1. Me alegro que eso te suceda. En caso contrario, en mi opinión, la historia habría sido contada muy mal y eso sería mi culpa.

      Me alegro de volver a leer sus palabras, BJ

      Saludos,

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  3. Con dos cojones. Jajaja

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  4. Nunca leo su blog los miércoles, aunque adelante su entrada yo siempre le dedico mi tiempo todos los jueves. Pero cuando anoche leí en twitter como se llamaba su nueva publicación no pude resistirme y entré a leerla. Sus publicaciones siempre me gustan, la de la aceitunera y la mujer dragón me tocaron el corazón posiblemente porque yo también soy andaluza, pero ésta ya ha hecho que mi alma vibre y salga a bailar un rato. Gracias por pedirle a Antonio Vega una de mis canciones favoritas para hacer de esta entrada algo tan especial y gracias por su blog. Un abrazo.

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    1. Estimada Mila:

      Me alegro que reserve un hueco para mi los jueves y se lo agradezco. También me alegra saber que esas dos entradas le tocaron el corazón y que con esta ya haya sacado a bailar su alma.

      No me de las gracias, es un placer escribir para que personas como tú, disfruten,

      Te mando un abrazo desde aquí hasta Andalucía,

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  5. Buenas, Holden
    Como le comentaba en unas entradas atrás, para mí hablar del destino es como hablar de nada, pero sí creo en las casualidades, en estar en el lugar adecuado y momento oportuno para que algo grandioso y que no pensamos que fuese a suceder, suceda.
    A veces es mejor trabajar en una pizzería que en cualquier otro empleo de más ''alto standing'' para conocer a nuestros ídolos. Qué suerte la suya con Antonio Vega. La envidia es mucha, pero de la buena.
    Considero esta una de las mejores entradas que ha escrito últimamente.

    Un saludo,
    la anónima de Hitchcock

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    1. Me alegro que le haya parecido una de las mejores.

      Un saludo,

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  6. No puedo creer que haya tenido tal jaleo de vida estos días que haya olvidado que ya había pasado un jueves (que en realidad termina siendo miércoles) más... no puedo creer que haya pasado por alta una de las entradas que más me ha arañado el recuerdo y el sentido. Es la primera vez que he sentido muy en primera persona sus historia....de hecho, puedo afirmar con el más común de los sentidos haber viajado en el tiempo durante los últimos 5 o 10 minutos. Soy un animal (con gusto) preso de la nostalgia....gracias.

    Le felicito, esta entrada ha superado todas mis expectativas hacia el sorprendente rincón de Holden.

    Mi más sincera sonrisa. Su siempre fiel seguidora fear0hailie.... derramando el té por usted desde 2013.

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    1. Estimada fiel seguidora:

      Ya me parecía raro que no comentara la entrada y comenzaba a preocuparme. Me alegro que le haya gustado tanto y espero que siga derramando té.

      Saludos,

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  7. Hola Guardián,
    No sabes lo que significa A. Vega para mí. Lamento haber descubierto hace solo unos meses tu blog, y haber dejado las entradas más antiguas para las últimas. Comparto la suerte de haber compartido el aire una noche con Antonio, aunque el que yo compartí fue el de una "Cabra" y una berbena en los 80, en una noche estival en Levante.
    Enhorabuena por el blog, por todos tus conciertos y por haber respirado también con y por esa chica tan especial. Un placer leerte. Saludos.
    Alsoulful

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  8. Pues sr. Centeno, ¿qué quiere que le le haga?, no me veo a Antonio Vega llamando él mismo a Telepizza teniendo un mánager..., desconfiado que soy. Tampoco entiendo el "conservo como si fueran oro", a tener dos fotografías "inéditas" dobladas...
    Ahora, como historia, me vale. Pero no es de las mejores.

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