Cuando tuvimos la primera clase, pude comprobar que sí, que era un hueso. Aparecía siempre con una de esas americanas elegantes con coderas de estilo british, pantalones de vestir de un color distinto a la chaqueta, zapatos burdeos, su calva y sus gafotas. Siempre estaba serio, parecía que le daba asco dar clase. Si un alumno respondía una gilipollez, el profesor lo hundía allí mismo. Él daba por hecho que teníamos que saber ciertas cosas que en realidad no teníamos porqué saber. Eso provocaba que las clases siempre acabaran con un discurso del profesor que se puede simplificar en una de sus famosas frases; “Ustedes no tiene ni idea de nada.”
Sus clases me engancharon. Aquel profesor era un viejo rockero amante de la música. Todos los ejemplos que ponía se basaban en bandas de Rock y en el Folk más puro. Eso es lo que endulzó, desde mi punto de vista, al Satanás que llevaba dentro, aunque para el resto de mis colegas seguía siendo un cabrón. Recuerdo cuando una vez preguntó: “¿Ustedes saben quién es Bob Dylan?” La clase, no respondió. Los que no sabían quién era, no podían decir nada y los que lo sabíamos, nos callamos como putas por miedo a su reacción. Él insistía y preguntó “¿Alguien sabe dónde nació?”, yo desde mi sitio me estaba revolviendo por dentro así que finalmente levanté la mano, me señaló y respondí “Duluth, Minnesota.” Esa respuesta marcó un antes y un después. Me miró satisfecho y prosiguió con su ejemplo. Era un hombre que cada vez que hablaba de Jimi Hendrix se le iluminaba la cara y podía hacerme sentir como estaba quemando allí mismo con sus ojos una guitarra imaginaria sobre la mesa de la clase, como hacía el joven Jimi sobre los escenarios. Era un espectáculo asombroso. Las pocas veces que se le iluminaba la geta en clase, era cuando hablaba de música y no de su asignatura. Sus ejemplos también se basaron en los Rolling Stones, Led Zeppelin, Deep Purple, los Beatles, Woody Guthrie, y otros muchos. Él era capaz de utilizar la música como ejemplo en una asignatura que versaba principalmente sobre el dolor humano físico y mental.
Al llegar febrero, suspendí su examen con un tres. El 90% de la clase también se fue al hoyo. Sólo aprobaron aquellos empollones que ni si quieran sabían quién coño era Bob Dylan. Una verdadera desgracia.
La revisión del examen fue unas semanas más tarde, a las 18:00, en su despacho. Era un frío jueves de febrero. Llegué media hora antes para evitar colas y ser el primero en revisarlo, pero al llegar allí no había nadie de ese catastrófico 90% de suspensos. Ese mes, la revista Rolling Stone tenía de portada a Jimi Hendrix y yo ya me la había comprado el mismo día que salió a la venta en el Kiosco de mi barrio, el de Anselmo, mi kiosquero de confianza. Se me ocurrió presentarme con la portada bajo el brazo para que el profesor viera que yo también era un fiel seguidor de Hendrix. Podéis llamarme gilipollas, pero sólo veía posible aprobar ese examen con mi baza musical.
Esperé a las seis y di con mis nudillos tres golpes en la puerta de madera de su despacho. Al otro lado escuché su voz, no sé qué dijo, pero por su tono deducí que podía entrar y eso hice.
Mientras me ofrecía educadamente que me sentara, pude darme cuenta como sus ojos se clavaron en la revista. Y nada, empezamos a revisar el examen. Él ya sabía quién era y me llamaba por mis apellidos, jamás por mi nombre. Tardamos diez minutos para que finalmente me dijera que era imposible aprobarme porque mi examen daba asco y ya cuando estaba levantándome para irme de aquel despacho, que bien podría ser una de las salas del infierno que describe Dante en su Divina Comedia, cambió el tono, y tuteándome me dijo “¿Y un joven como tú qué hace con Hendrix bajo el brazo si no sabrás ni quién es?”. Fue entonces cuando en mi cabeza pensé (con voz en off al estilo de una película americana) “Se ha abierto la caja de Pandora”. Me senté y respondí “No quiero sentirme ofendido por lo que acaba de decir pero…” y comenzó mi demostración de conocimientos musicales. Aún conservo en mis recuerdos aquel número, de aquella revista, de aquel mes, de aquel año, de aquella portada.
Sin darnos cuenta, pasó hora y media en la que estuvimos hablando de música y vida. En un momento dado, cortó la conversación, miró el reloj y me dijo “Conozco un bar de Rock. Sé que puede sonar raro que un vejestorio de cincuenta y cinco años, como yo, que es tu profesor, te invite a tomar un brebaje mágico”. Aquellas dos últimas palabras me acojonaron más que lo del vejestorio queriéndome llevar a un bar de Rock y entonces le pregunté qué cojones era eso de “un brebaje mágico”. Se rascó los pelos laterales de la cabeza y luego se frotó la calva creando un ambiente de solemnidad mientras decía “Sí, sí, un whisky escocés más joven que yo y más viejo que tú”. Por supuesto que acepté. Escribí un mensaje a mi novia, que por aquel entonces tenía, diciendo que la revisión se iba a alargar bastante más de lo previsto y que después le contaría con detalles el surrealismo más grande del que estaba siendo víctima.
Llegamos al bar en su Peugeot destartalado. Pidió dos whiskys y proseguimos con la conversación. Se puso hablar de Bon Iver, su último descubrimiento musical, porque también conocía perfectamente la música de hoy, aunque únicamente la internacional. Me dijo que Bon Iver le recordaba a él de joven y que su música era capaz de traspasarle el alma. Me contó que había estudiado en una universidad de EEUU (no recuerdo cuál) durante dos años. Algo parecido a los Erasmus de ahora. Me dijo que se hizo amigo de un americano comunista con el que recorrió gran parte de los Estados. Acompañados solamente de sus mochilas y un banjo. Aquello me pareció tan brutal y bello que me hizo sentir envidia. “Él tocaba el banjo mientras yo le acompañaba cantando “a pelo” en cada bar al que parábamos a comer, en cada esquina de cada pueblo desconocido y así conseguir pasta para poder seguir viajando en tren” Sus ojos se llenaban de alegría y de vida mientras me lo contaba. Se ponía a cantarme estrofas con acento americano perfecto y a la vez era capaz de imitar con la boca los sonidos de un banjo perfectamente afinado. Cantaba muy bien.
“La música y el amor son los únicos elementos que pueden curar cualquier herida.” Me dijo mientras movía el vaso suavemente para hacer golpear los hielos. “Ambos conceptos están tan estrechamente unidos que es imposible que exista música si no hay amor por ella, y es imposible que haya amor si no hay música dentro de él.” Joder, me dejó clavado en el sitio con esa frase. Sus ojos esta vez se perdían en el fondo del vaso como si quisiera encontrar algo allí dentro; algo que ya había perdido en un pasado muy lejano. Y siguió hablando; “Las guitarras las crearon con curvas de mujer para poder acariciarlas con la misma delicadeza que ellas se merecen. Las hicieron con sus formas para poder abrazarlas con fuerza, suavidad, dulzura y así lograr sacar sus mejores sonidos. Cuando abrazas a una mujer o a una guitarra, ambas te dejan marca en el pecho y en el alma para siempre. Y sólo cuando abrazas a la guitarra o a la mujer adecuada, y sientes como tu pecho se suelda a su pecho, es cuando realmente sois capaces de conocer todos vuestros dolores, locuras, virtudes y culpas. Esas cosas que se dicen de mí, de que soy un borracho, de que me pongo hasta el culo de whisky desde que mi mujer me dejó, son malditas mentiras. Mi mujer me dejó ¿y sabes por qué? Porque fui un inútil que no sabía abrazar su cuerpo perfecto, que no supo jamás sacar toda la música que llevaba dentro cuando ella lo necesitaba. Porque no fui capaz de convertirme en guitarra para entender los sonidos que, por las noches al llegar a casa, me susurraba. Punto y final”
Desde que me dijo aquello el profesor, cada vez que he abrazado a una mujer lo he hecho de la misma forma como cuando abrazo una guitarra acústica y he descubierto música en el amor y amor en la música. Me tomé tan al pie de la letra su teoría que llegué a convertirme en una guitarra. A metamorfosearme en este instrumento como Kafka convirtió a su protagonista en un escarabajo. Me lo tomé tan al pie de la letra que soldé mi pecho de madera al pecho de una mujer perfecta de forma tan intensa, que llegué a joderlo todo y a quemarnos por dentro.
Ahora sólo quiero curar los trozos de esta guitarra rota en la que me he convertido, afinarme las cuerdas y volver a acariciar el alma y el cuerpo de aquella chica perfecta.
@HoldenCenteno
@HoldenCenteno
Hola :) Me ha gustado el relato pero (independientemente de si es real o ficticio) no me ha emocionado tanto como otros. Supongo que quiza porque eso la guitarra, el amor y las mujeres (las comparaciones) las tengo muy escuchadas. De todas formas un abrazo enorme y una recomendación: "Los vagabundos del Dharma". Te gustara. :D
ResponderEliminarTomo noto de su recomendación.
EliminarGracias por leer al otro lado de la pantalla.
Saludos,
@HoldenCenteno
¿Pero te aprobó, o no te aprobó?
ResponderEliminarLa mejor entrada que has hecho hasta ahora, a mi parecer (sin desprestigiar a las demás).
Cuando he terminado de escribir he pensado que quizá tendría que haber terminado de contar la historia con aquel profesor pero eso sería aburrir al personal.
EliminarComo os digo, suspendí ese examen. En junio me puso un notable. Quién sabe si se llegó a leer mi examen o no...
Saludos y me alegro que le haya gustado,
Cada vez me gustan más los personajes de tus historias, aunque sinceramente, no vi venir este. A mí me ha dejado intrigada el final de la historia del profesor, puedes guardarlo para otra ocasión.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado y que te quedes con intriga. Puede haber continuación quizá algún día de la historia pero quizá no sea tan interesante como este suceso.
EliminarUn saludo, Sara,
Cada entrada es mejor a la anterior. Felicidades!
ResponderEliminarSaludos desde Argentina.
Gracias Luciana por leerlas todas,
EliminarSaludos desde otra parte del mundo,
Buenas, Holden
ResponderEliminarEstuve a punto de comentarle en la entrada anterior para señalar que en realidad teníamos más en común que cosas en las que discrepamos. Personalmente, prefiero a la gente con la que no coincido al 100% en todo.
Echaba en falta una entrada tan cargada de música, lo que no entiendo es cómo cojones termina usted rodeado de esa gente tan poco puesta en la cultura. ¿Quién no conoce a Bob Dylan, aunque solo sea de oídas? Recuerdo el instituto plagado de incultos, y que llegar a la universidad fue como entrar en un mundo nuevo, donde la gente compartía mis gustos y sabía muchísimo más que yo tanto de música como de literatura y cine. Fue enriquecedor. ¿Qué diantres le pasaba a los de su clase?
Su profesor me ha recordado a uno que tuve yo que utilizaba mucho expresiones como ''brutal'' y ''apabullante'', nos llamaba ''mis queridos capullos'' y también vestía chaquetas con coderas. Un día me dejó mal delante de toda la clase con un ''Señorita, no se pronuncia Billy 'Guailder', ¡¡se dice Billy 'Bilder'!! ''. El suyo es el doble de mejor porque tocaba el banjo. Me da igual que sea cierto o no, cuando una persona toca el banjo todo lo demás se le perdona, incluso ser un completo hijo de puta con la gente. Usted ha nombrado a Woody Guthrie, que tocó con Pete Seeger (que tocaba el banjo, ¡mire usted cómo hilo!) y bueno, me ha hecho ilusión verlo en su entrada.
Opino como el anónimo del primer comentario, las comparaciones guitarra-música-mujer no me resultan novedosas. Creo que ha intentado hacer una parábola al estilo Páez, y pese a que el tema no es nuevo, le ha quedado resultona. Además ha terminado bastante sufridor y desgarrado, bien, bien.
Más personajes ''malos'', por favor.
Un saludo,
la anónima de Hitchcock
Las personas que coinciden al 100% están condenadas al fracaso. Las personas que tienen diferencias en ciertas cosas, a la hora de la verdad saben compenetrarse.
EliminarEn mi facultad había mucho capullo e inútil. Mucho postureta.
Debo de decirle que ha leído mal. Su colega era el que tocaba en bajo y él era el que cantaba. En cualquier caso, esa estampa de la que me habló, totalmente real, merece todos mis respetos.
Woody Guthrie es un puto amo y veo que hila fino. Me gustaría haber hablado más de él y no solo mencionarlo pero tengo que cortar el relato. En una entrada pasada puse la canción de Dylan que le dedicó a él; Song to Woody. El profesor decía que no soportaba a Dylan porque prostituyó a su maestro, Guthrie. Básicamente me soltó la doctrina de los puristas del Folk. Me hubiera gustado también contar esa conversación pero era alargarse.
Ya sabe que no soy muy de personajes malos pero lo intentaré.
Saludos, amiga,
P.D Revele su usuario en Twitter, quiero poner cara a todos los que siempre me dejáis comentarios tan interesantes.
¡Cierto! Acabo de releerlo, era su amigo el que tocaba el banjo.
ResponderEliminarMmhh, coincido con su profesor en cuanto al "purismo" del folk, pero no en lo de Dylan. Él nunca se consideró como padre del folk, pero tenía un estilo propio y unas letras increíbles, eso no se lo quita nadie.
No se preocupe por ponerme cara, al menos no por ahora.
Un saludo, amigo Holden
No voy a repetir lo del manido tema mujer-guitarra, pero me sorprende que hasta ahora nadie te haya hecho un par de recomendaciones ortográficas (entendiendo que no lo hayas escrito a propósito):
ResponderEliminar- Segundo párrafo, línea 4: "por qué" en vez de "porqué".
- Tercer párrafo línea 7: "cómo" en vez de "como".
- Tercer párrafo línea 9: como sinónimo de cara es "jeta" y no "geta".
- Séptimo párrafo línea 1: ídem.
- Dos puntos antes de todas las citas textuales.
Aunque acepto que se me considere una "sabelotodo", entiendo que estas cosas se escapan cuando estamos tan centrados en el contenido. Soy una obsesa de la revisión de textos.
Cambiando de tema, tengo dos opciones sobre tu facultad: Psicología o Filosofía... Corrígeme si me equivoco. ;-)
Querida amiga sabelotodo:
EliminarEsto es un blog de un analfabeto, no el de un académico de la RAE. Además de todas esas faltas, hay otras muchas que se le han olvidado comentar...
No he estudiado ni Psicología ni Filosofía.
No eres ningún analfabeto y en tu blog escribes como te dé la gana, faltaría más. Aun así me sigue sorprendiendo que lo hagas a propósito.
ResponderEliminarSaludos
No es a propósito. Le insistiré sólo una vez más, en que soy un analfabeto.
EliminarSaludos, amiga,
'Malo' (¿Porqué le dejó su mujer, porqué no supo valorarla, por ser un hueso de profesor...? Da igual, personaje "malo"; que no supo ser guitarra, pelo largo y bigote..., proceso, proceso y me viene "My guitar want to kill your mama", de Frank Zappa.
ResponderEliminarSr. Centeno, está bien la historia pero..., da para más. Un personaje así ha de explayarse en su miseria, si pudiéramos llamarlo así.
Es un personaje real en una situación real. Eso es básicamente lo más cerca que pude estar de él, tanto de forma física como interna. Contar más cosas sobre él, sería mentir y no puedo crear una ficción de algo real. Sería prostituir a una persona real.
EliminarSiento que le haya defraudado, estimado Cuatralbo.
No hombre, no me defrauda, no me sea así. Quizá esperaba un poco más; las últimas historias publicadas eran muy buenas, ésta quiza que me ha parecido un poco más plana. Quizá un personaje malo necesita más para calar en el lector que uno bueno. Pero tanto como defraudado, no hombre.
EliminarSaludos, sr. Centeno.
Espero que no se quede tan tibio con la próxima entrada. Tiene brotes de Andalucía que a usted siempre le gustan.
EliminarSaludos Sr. Cuatralbo.
Como esto siga así, Miliki va a resucitar y nos va a componer una canción:
EliminarHola sr. Centeno,
hola sr. Cuatralbo.
¿Pasó ya por mi blog?
Por su blog yo pasé.
¿Leyó la nueva entrada?
La entrada yo leí.
Adiós sr. Centeno.
Adiós sr. Cuatralbo.
Espero la entrada con toques de Andalucía y gracias por su paciencia.
Lo ha clavado y me ha hecho recordar el día que vi a Miliki cuando era pequeño en el circo y odiaba a los putos payasos. Me daban miedo.
EliminarEspero que siga la canción, porque el día que vea que no me comenta la entrada, pensaré que le ha sucedido algo grave. Si yo un dejo de escribir por aquí sin previo aviso, la única respuesta es que estaré bajo tierra. Ya lo sabe usted por si sucede.
No hay nada que agradecer, Sr. Cuatralbo. Espero que su paciencia no se agote leyendo mis historias que a veces no siguen la calidad que usted espera.
Un saludo,
Señor Holden, interesante entrada, interesantes el resto de sus entradas; historias que enganchan y que piden más... Y por lo que he visto sólo pública los jueves, maldita sea, tendré que esperar... Interesante blog....
ResponderEliminarOtra cosa, también esperaré con impaciencia los dibujos de la señora Blancobain....
ResponderEliminarLe agradezco sus palabras. Cada jueves hay una nueva entrada, hay veces que la publicación se adelanta al miércoles, dependiendo de la demanda de mis followers en Twitter.
ResponderEliminarHoy habrá un nuevo dibujo de la señorita Blancobain. Nuestra crítica a toda la gente que llora de emoción por ver su nombre en una lata de Coca-Cola y los que lloran porque no lo encuentran.
Saludos,
Adoro personas como este hombre y adoro alumnos que aceptan tomarse un whiskey a las 7 de la tarde. Adoro que la música una personas y adoro el instante en que se mira el fondo de un vaso en la barra de un bar. Adoro que mi cuerpo se asemeje figuradamente a una guitarra por poco original que sea el símil y adoro que, al menos un joven, aún sepa dónde nació Bob Dylan. No me importa si aprobó o suspendió finalmente esa asignatura, si tuvo que esperar otro año o siempre le quedó le pendiente...simplemente adoro que tuviese esa vivencia.
ResponderEliminarUn saludo de su siempre fiel seguidora que derrama su té por leerle.
Ya pensaba que no iba a comentar esta entrada.
EliminarEs un placer que le haya gustado la entrada,
Saludos y cuidado con el té.
Joder... Una amiga me ha recomendado tu blog y he ido directa a Led Zeppelin. Lo más curioso es que esta historia es la que me ha recomendado mi amiga que leyera en primer lugar cuando me ha dejado tu libro.
ResponderEliminarHa sido alucinante. Ahora sólo quiero seguir leyendo.
Me he parado a pensar muchas veces por qué los músicos nos resultan tan atractivos a las mujeres... Y tú lo explicas muy bien. Sobre todo los músicos que tocan un instrumento de cuerda, ya me entiendes. Cuando Jimi Hendrix toca la guitarra con los dientes, creo que a toda mujer que se precie le gustaría estar en su boca. Y hay algunas canciones de Led Zeppelin que son, simplemente orgásmicas.
Es genial. También es posible arrancar música con las palabras, a través de relatos así.
Muchas gracias. Me alegro que esté disfrutando del blog.
EliminarAsí es, los músicos, los artistas, los escritores, las personas que hacen arte con las manos tienen la habilidad de acariciar.
Un saludo grande.