Estoy en esa fase en la que conozco a la gente de la biblioteca. No, no hablo con ellos. Ni sé cómo cojones se llaman. No son mis amigos, pero sé sus horarios, sé que estudian y sé los sitios que prefieren para sentarse. Yo me suelo poner cerca de un ventanal, detrás de una chica que suele estar allí cada mañana. A veces miro hacia ella y sólo veo cómo su pelo liso y castaño cae más allá de su cintura y ver aquello me descoloca porque creo que es una chica que conocí hace tiempo y que desde el día que nos cruzamos, me enseñó a respirar a partir de sus latidos. Pero no, no es esa misma chica. Sólo tiene el pelo muy parecido.
Odio a esas personas que van a estudiar y se pasan las horas cuchicheando o a los que salen a descansar y cuando regresan, siguen cuchicheando ¿No sería más fácil que os quedaseis fuera diciendo en alto las gilipolleces que os estáis susurrando? Tampoco soporto a los que estudian escuchando música a todo volumen porque en cuanto escucho una melodía trato de adivinar cuál es y el ritmo de la batería se me queda en el cerebro durante la próxima media hora y ya no hay quien se concentre.
Odio a esas personas que van a estudiar y se pasan las horas cuchicheando o a los que salen a descansar y cuando regresan, siguen cuchicheando ¿No sería más fácil que os quedaseis fuera diciendo en alto las gilipolleces que os estáis susurrando? Tampoco soporto a los que estudian escuchando música a todo volumen porque en cuanto escucho una melodía trato de adivinar cuál es y el ritmo de la batería se me queda en el cerebro durante la próxima media hora y ya no hay quien se concentre.
Voy a una biblioteca que es mi jodida perdición por dos razones 1)Libros buenos y nuevos y 2)Discos buenos y nuevos. Con buenos me refiero a que tienen lo mejor de los mejores y con nuevos a que no están rotos, rayados, pintados, no huelen mal y tienen las últimas ediciones. Cuando voy a esa biblioteca a hacer cosas de provecho no me cunde una puta mierda. Imagínense, la sala de estudio está justo debajo de la de préstamos y en el techo hay ventanas que dejan ver las estanterías y la gente que por allí anda buscando libros, discos o la última temporada de Breaking Bad.
Creo que soy el único que, cuando estoy aprovechando el
tiempo en cosas necesarias en esa maldita sala, siento en mi cuerpo y en mi
cabeza el peso de la planta de arriba, el peso de todos esos libros y discos.
Noto como los pensamientos de todos los escritores de la historia están sobre
mi cabeza y me dicen; “deja de perder el tiempo y sube a beber nuestras
palabras”. También noto como los discos de mis artistas preferidos con sus
melodías me murmuran; “si subes, te prometemos estremecerte con cada nota de
nuestras guitarras y de nuestras letras”. Me resulta imposible resistirme a
esas peticiones, así que dejo de hacer lo que estoy haciendo y subo.
Uno de los bibliotecarios quiere ser mi amigo. Es un calvo
de unos treinta y tantos años. El primer día saqué un libro de Vila-Matas, otro
de Bukowsky, la biografía de Bernini y un documental de Bob Dylan y parece ser
que le enamoré en el sentido intelectual de la palabra. Es un tipo majo pero ya
me empieza a cansar tanta amabilidad. Cada vez que voy, parece que me está
esperando. Me recibe tras el mostrador con una maldita sonrisa, me hace
recomendaciones, me pregunta qué tal mi vida y me echa discursos existenciales
que me importan una puta mierda. Ayer
fui con una camiseta que tengo en la que sale el careto de Dylan. Pues bien,
llego allí y antes de hacerle una consulta sobre un libro, noto como mira mi
camiseta y me empieza a decir “No hay nadie mejor que Dylan”. Después de
pronunciar “Dylan” empezó a hacer una demostración de sus grandes conocimientos
de la historia de la música contemporánea sin que yo le preguntara... Creí que me moría. Por momentos me entraban ganas de decirle; “Cierra esa puta bocaza“.
Pero no lo hice, en el fondo me cae bien.
A veces cuando estoy llegando al mostrador y ya veo como me
mira, me entran unas ganas terribles de decirle lo de aquel chiste
malo: “Me puede dar un libro para hacer amistades, calvorota de mierda.” Pero
nunca lo hago, en el fondo es un tipo majo. Me río por mis adentros y pido a
los dioses romanos que no me dé el coñazo. Es una gozada cruzarse con gente amable por el
mundo pero es un infierno encontrarse con gente excesivamente amable.
El otro día conocí a una chica. Era muy guapa. Se sentaba a
mi lado y al salir afuera para descansar un rato, se me presentó como “soy la
chica que está a tu derecha”. Aquella forma de presentarse me gustó y
rápidamente conectamos en una conversación adictiva. Cuando estábamos en el
mejor momento de aquel descanso, de repente apareció el bibliotecario. Se nos
acercó y me dijo “voy a tomarme un cafelillo, las grandes mentes han de estar siempre
despiertas” y se fue. Aquella frase nos hizo descojonarnos. La chica, riéndose
de mí, con dulzura, me preguntó “¿Eres amigo del bibliotecario?” Con cierto
miedo, le dije que sí, a lo que contestó “Me gustan los tipos frikis como tú”.
No supe qué responder a aquello y volvimos a entrar a la sala de estudio.
Desde entonces ya no veo al bibliotecario como un simple
bibliotecario. Lo veo como un jodido héroe que sabe de todo y además aparece en
el momento menos esperado para echarte una mano y empujarte a la sonrisa de una bella universitaria.
Tengan cuidado ahí
afuera.
@HoldenCenteno
Divertido. Ya iba siendo hora.
ResponderEliminarTuve un profesor similar al simpático bibliotecario, me lo ha recordado sobretodo en lo del café: aquél decía que se tomaba un par al día con sendas aspirinas, para ir "espitoso" (de speed españolizado,aclaro porque no sé si se utiliza aún esta expresión). Con todo y con eso, son atentos, te demuestran un cierto afecto sin venir a qué.
Escribí un textillo sobre algo así, de una profe del instituto. Hay personas a las que llamamos la atención sin motivo aparente.
Me ha ocurrido con algunas personas y con los perros.
P.d.: un día comentaré all your blog entries. A tope.
Estimado Cuatralbo78. Es usted un misterio. Pincho en su nombre para descubrir su identidad y resulta que no deja huellas.
EliminarMe alegro que se haya divertido y que haya vivido algo similar. Ahora mismo estoy en la fase en la que me cuenta su vida.
Espero con impaciencia que conteste todas las entradas, pues sus comentarios siempre son enriquecedores,
Saludos,
@HoldenCenteno
No es que no deje huellas, dejo bastantes: pululo por algún que otro blog y foro, pero no entro en lo de tener uno propio por ahora; no creo tener nada que aportar. Mientras, sigo haciendo lo que hice siempre de pequeño: desde la última fila voy comentando todo lo que ocurre en clase hasta que me manden callar, me traigan a sentarme a la primera fila o me echen fuera de la clase, por charlatán.
EliminarAunque no lo hago con mala fe, creo.
Creo que es una buena opción la que usted ha escogido.
EliminarLa parte del bibliotecario es tan genial. Me cae muy bien ese hombre y eso que no lo conozco.
ResponderEliminarMi madre es bibliotecaria, cuando llegue le enseñare la entrada porque me gusta mucho. Encajaría perfectamente dentro de El guardián entre el centeno, lo cuál creo que es un halago.
Un saludo
Es un buen tipo aunque a veces sea pesado.
EliminarSi su madre es bibliotecaria seguramente sea otra heroína.
Un saludo y gracias por leer,
muy bueno...de lo mejor que he leido por este universo de estar y no estar en vena!
ResponderEliminarLá música le da al texto un aire fresco y especial...eso es graciias a Dylan y a su buen gusto.
saludos!
Me alegro que le haya gustado lo que ha leído y que Dylan le haya ayudado a digerirlo.
EliminarSaludos,
de Enrique Villa-Matas he leido Dublinesca,esta muy bien, a mi me dio buenas sensaciones...me puede hacer alguna recomendacion más de este autor?
ResponderEliminarPuede leer "Dietario Voluble", por ejemplo.
Eliminar" Es una gozada cruzarse con gente amable por el mundo pero es un infierno encontrarse con gente excesivamente amable" Muy de acuerdo...y muy de acuerdo con ese momento de conversación adictiva con una desconocida, y cierta curiosidad por saber qué será aquello que estudia en sus momentos de hacer cosas necesarias...
ResponderEliminarme alegro que esté de acuerdo.
EliminarGracias por leer Pequeño Ser Hipotético.
John Irving confesó hace poco haberse hecho escritor por su bibliotecaria. Claro que él quería tener sexo con la bibliotecaria y a ti el tuyo te ayuda a conocer a la chica de la derecha... pero oye! nunca se sabe.
ResponderEliminarNo conocía esa confesión de Irving. Gracias por su comentario.
EliminarMe temo que la cosa está jodida con mi bibliotecario... Espero que no se me acerque en ese aspecto.
Me gusta tu blog pero me hace sentir vieja. Sólo la palabra "facultad" ya me pone nostálgica y ñoña. Seguiré un poco más, a ver qué pasa.
ResponderEliminarTe deseo suerte. Aquí nadie es viejo ni ñoño. Gracias.
EliminarCómo he comentado en entradas anteriores me encanta tu blog, me he enganchado, me hace sentir como si estuviese viviendo las situaciones en 1 persona.Felicitaciones
ResponderEliminarAhh por cierto adoro la palabra biblioteca
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